Muchas veces pensé que sentiría o que pensaría en caso de enfrentar un diagnóstico de cáncer. Todos tenemos un amigo, un conocido, un colega que ha vivido la experiencia y a partir de ellos intentamos imaginar qué sentiríamos, qué pensaríamos o como reaccionaríamos.
Cada vez que veía Stepmon (Quédate a mi lado) la película en que brilla Susan Sarandon haciendo el rol de mamá que sufre un cáncer terminal y Julia Roberts es la madrastra que se hará cargo de los hijos, se me llenaban los ojos de lágrimas, y entonaba en mi mente la canción de Marvin Gaye "Ain´t no mountain high enough".
En mi historia no hay madrastras, ni me parezco a Susan Sarandon, pero al igual que la protagonista protegí a mis hijos y familia del dolor, decidí hacer todos los exámenes acompañada por mi marido y en complicidad con una prima, sin contar nada a nadie hasta estar segura del diagnóstico, de los pasos que vendrían, en definitiva como siempre digo: "saber el tamaño del problema".
Una avalancha de emociones se volcaron en mí, y utilicé mi capacidad de gestión para organizar la agenda, incluidas las emociones. No es que haya dejado de sentir, sino que simplemente no dejé que el miedo se apoderara de mí, logré transformar ese miedo y esa ansiedad en todas las acciones posibles que me llevaran a un destino cierto. Más temprano que tarde comprendí que la incertidumbre y la vulnerabilidad serían parte de mi por mucho tiempo.
Nunca pensé que moriría. Ese no era mi miedo. Mi temor era la inseguridad que sentirían mis hijos, el dolor que sentirían mis padres, mis hermanos, mi familia.
La ansiedad se tomó mis noches. Estaba en vilo y en vela esperando resultados, ajustando la agenda a medida que cambiaba el estado de situación. Extrañamente volvería a dormir una noche completa cuando se confirmó el peor de los diagnósticos, y la diferencia estuvo en que creía conocer el camino que debería recorrer. Eso me dió una extraña sensación de control sobre mí, aunque en realidad sería falso.
Mientras repaso estas líneas, pareciera que soy una mujer fuerte, determinada, "que no me entran balas", asi es que no crean todo lo que escribo porque en realidad solo soy una mujer, y. ante todo una madre que sabía que independiente de lo escarpado del camino no quedaba otra que dar la pelea con todo lo que tuviera a mano.
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